
La presencia de un superhéroe entre las películas más taquilleras del verano comienza a ser un hecho habitual, que en ocasiones, termina por cansar. Por ello, al hablar de Hancock es necesario emplear los términos original y atípico, ya que la nueva incursión de Will Smith en el cine de consumo rápido supone una ruptura con la visión clásica del superhéroe moderno. Pero la incapacidad del equipo creativo por otorgar cierta calidad al producto, hace de este, un globo mal hinchado que a medida que avanza el metraje evoluciona en el habitual ejemplo de mediocridad cinematográfica. Y es que a pesar de partir de una excelente idea, el afán por crear otra película comercial más hace que la profundización en el interior de los personajes desaparezca de la pantalla a favor de lamentables imitaciones de la pirotecnia típica de Michael Bay, y de los gags cómicos comunes en cualquier producto televisivo de la decadente factoría Disney.
En definitiva, un nuevo vehículo para el lucimiento de Will Smith, pero muy por debajo de las posibilidades a las que nos tiene acostumbrado el ya Rey de Bel-Air.
En definitiva, un nuevo vehículo para el lucimiento de Will Smith, pero muy por debajo de las posibilidades a las que nos tiene acostumbrado el ya Rey de Bel-Air.