martes, 12 de agosto de 2008

Wall-e


No se si es un poco exagerado decir que el cine de animación es el mejor cine que hoy por hoy paren nuestras carteleras, pero lo que no es exagerar, de ningún modo, es decir que si una compañía hace buenas la mitad de las películas que hace, es una gran compañía. Por esa regla de tres, una compañía que de ocho films que nos había dado, nos había dado ocho obras maestras, es una compañía prodigiosa. Una compañía que es sinónimo de calidad y de la que se esperaba mucho.

Con wall-e, Pixar revalida su título de reina de la animación, y lo hace a lo grande.
Wall-e es un film que aúna tragedia y comedia, odisea, sentidos homenajes al genero de la ciencia ficción y a anteriores películas de disney (la escena del extintor me conmovió de la misma manera que años atrás lo hicieran Aladín y Jasmine surcando las nubes, aunque eso fuera hace más de doce años), crítica a la sociedad, y más, mucho más, todo ello envolviendo una gigante historia de amor mudo.

Lo que por desgracia no es wall-e, es una película rompedora. No subvierte ningún canon fílmico. Podría, pero se queda a medio gas; hablando en plata, la parte inicial en la Tierra, contemplativa y minimalista, es engullida por la acción convencional el resto del metraje (como ya pasara con Los Increíbles). El director se da por vencido a la hora de cambiar las reglas del cine de animación; pero ojo, esta derrota en cuanto a innovación no le resta un ápice en cuanto a calidad.

En fin, habrá quien le saque fallos a este monumento a la narración, y seguro que habrá quien critique la simplicidad de personajes que no hablan más que con sus ojos, pero personalmente, yo prefiero dejarme de rodeos y regodearme en el sabor de boca que deja el film, el mejor sabor de boca que una película puede dejar. Bon appétit.

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