martes, 5 de febrero de 2008

RAMBO vuelve a sentir las piernas


Como si de un brujo se tratase, Stallone ha conseguido resucitar los cadáveres de sus dos personajes más icónicos, y darles el funeral que siempre merecieron y nunca tuvieron. Y es que si hace un año, Rocky supuso su resurgir, John Rambo marca definitivamente el comienzo de una segunda juventud para este director, productor, guionista y actor que parecía condenado a las estanterías del videoclub junto a los Van Damme, Seagal o Chuck Norris.
Con esta nueva película, Sylvester Stallone recupera a uno de los personajes que le permitió alcanzar la condición de ídolo mediático haya en los ochenta, el del ex marine John Rambo. En esta ocasión, el actor en su faceta de guionista y director, abandona la propaganda antisoviética, tan presente en las anteriores entregas, en favor de una mayor indagación en la personalidad del personaje, un ex-soldado, traumatizado por la guerra del Vietnam, que vive en la jungla huyendo de sus demonios, es decir, la violencia que recorre su cuerpo. Pero el secuestro de un grupo de voluntarios en territorio birmano, le obligará a volver a entrar en combate.
Nos encontramos frente a un guión digno de películas de serie z, directa para el videoclub, pero que se esconde tras una gran factura técnica, una magnífica fotografía, y una espectacularidad más cercana al cine gore que a la pirotecnia a la que nos han acostumbrado Michael Bay y compañía. Un digno final, para un personaje que tenía que haber muerto en 1982, con la primera entrega.

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