martes, 20 de mayo de 2008

Los viejos rockeros nunca han de morir


A lo largo de esta semana, los medios de comunicación están siendo colapsados por noticias del gran acontecimiento cinematográfico del año, el regreso de Indiana Jones.


A medida que se ha ido acercando este peculiar día D, el 22 de Mayo, el número de críticas de la película ha ido incrementando, en especial desde el preestreno en Cannes, y no ha hecho más que demostrara un hecho esperado y del que no hacía falta ser Nostradamus para predecir; la dualidad de la crítica. Así es, la crítica se ha dividido, entre aquellos que se han visto defraudados por esta ¿floja? entrega, o aquellos que han visto en ella la perfecta resurrección del mito. Ante esta recepción, los que presumen de sabios del séptimo arte han atribuido el adjetivo de innecesaria a la nueva película del trío Spielberg, Ford Lucas, algo en lo que estoy en total desacuerdo. Y es que estos mismos acusadores han decidido dar la espalda al cine de espectáculo y familiar justificándose en el sólido pretexto de que lo digital se ha impuesto a las buenas historias y a los personajes interesantes, hecho que no se puede refutar, vayan a ver Speed Racer si no lo creen.


En la época que vivimos, la gente que llevamos con orgullo el término freeki comenzamos a sentir vergüenza de cómo nuestro género favorito ha sustituido el ingenio por el ordenador, cayendo en la mediocridad, y alejándose así de los maestros Carpenter y Cameron.
De esta forma, si cogiéramos un retrovisor y echáramos un vistazo atrás en el tiempo, veríamos que el doctor Jones fue el último gran protagonista de ese cine de evasión que tanto añoramos, en donde la historia se combinaba con excelentes escenas de acción cuya importancia no recaía en el número de efectos visuales, sino las demostraciones de que el héroe en cuestión era de carne y hueso (comparen la primera entrega de la Jungla de Cristal con la última). Por ello el regreso de Henry Jones Jr sucede en el momento ideal y necesario, para que Spielberg demuestre de nuevo que el ingenio es la mejor sustancia para hacer un buen cóctel de entretenimiento.

Seguramente la película no llegue a la altura de las anteriores, pero también es verdad que ni tan siquiera la mejor película del año las alcanzaría, porque el paso del tiempo ha mitificado esas tres grandes película otorgando les una posición inaccesible. Por ello, mientras Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal mantenga la esencia del personaje, convirtiendo la película en algo más que entretenimiento puro, saldré del cine con una sonrisa, sintiéndome de nuevo como un niño de 11 años deseoso de llegar a su casa para fingir entre sueños que es el hombre del sombrero.

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